Ensayo sobre la Santa Cruz en Zapotlán el Grande
Por:.Fernando G. Castolo
Cronista de Zapotlán
Existen en los Barrios del sur-oriente de la ciudad ancestrales costumbres de prácticas de ritos religiosos que llevan a cabo con gran devoción los vecinos. Ya los abuelos platicaban de la riqueza tradicional que envuelve a la celebración de la Santa Cruz, la que nace en los primeros años de nuestra era gracias a Santa Elena. Las capillas dispersas en esta fracción de la ciudad se jactan de ser de las más antiguas. Ahí está la capilla de La Reja, dedicada a la cruz del mismo nombre. Pero aún más añeja es la capilla del Buen Pastor, por allá a espaldas del club Zapotlán y a un costado de la cartonera. A esta capilla los encargados la adornan con un primoroso cuelo cubierto de papel picado y faroles elaborados de manera artesanal. Al pie de la gran cruz un tapete de flores y velas.
Esta Santa Cruz del Buen Pastor cada año es revestía con un bello y blanco sudario, a veces bordado con temas eucarísticos. Está pintada de color verde y en su cara frontal conserva una serie de iconos gráficos que corresponden a los representativos de la pasión y muerte de Jesús. Sin embargo, nos resulta todavía más asombrosa la peculiar celebración que le organizan ala Santa Cruz Niña del Buen Pastor, venerada en la casa particular de la familia Vázquez Guzmán, casi en la esquina de las calles Matamoros y Leona Vicario. Dentro de un cuarto lleno de adornos similares a los que se observan en la capilla referida, se resguarda con gran celo una diminuta cruz de no más de diez centímetros, causando el asombro de propios y extraños por la gran fiesta que en su honor se lleva a cabo. Otras muchas cruces se celebran con gran devoción. Está la Santa Cruz de las piedritas, de dimensiones descomunales, ala que los arrieros le tienen fe, ya que es costumbre que cuando estos van en camino hacia el cerro depositan al pie de ella una piedrita en señal de que regresaran con bien para recogerla de vuelta. Aún más abajo, al final de la calle Lázaro Cárdenas, la Santa Cruz Blanca o del Siglo, elaborada en cantera. Por allá, en la punta del cerro que se localiza a un costado del parque ecológico Las Peñas, tenemos ala Santa Cruz del Cuescomate. Más hacia el sur, arriba del barrio El Campanario, tenemos a la Santa Cruz del Agua dentro de una diminuta capilla y junto a un nacimiento de agua. Todas estas cruces conservan tradiciones de más de un siglo de veneración. Pero sin duda alguna, la Santa Cruz que más afamada en los barrios del sur- oriente es la de la familia Méndez, alfareros de los más rancios, asi como los De la Cruz ambas por la calle Ramón Corona, a la altura de Leona Vicario. Estas Familias desde siempre han practicado la abundancia en las respectivas celebraciones. Por los comensales desfilaban la sopa de pan, la sopa de arroz, la cuachala, los frijoles puercos y la birria, acompañadas por el inseparable ponche de granada o de guayabilla. En el seno de la familia de quien esto escribe todavía se conserva la Santa Cruz de las Palmitas coronada por un penacho de tres palmitas elaborado en latón y de las escasísimas cruces que aún conservan casi integro sus vidrios, los que protegen cada una de las iconografías que representan la pasión y muerte de Jesús, pintada en color café oscuro, de similares características a la Santa Cruz que se localiza (o localizaba) en el vestíbulo en el templo de la Merced, o a la otra que también conserva en su interior el templo de San Antonio
FOTO: de DanyE García Velasco
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